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jueves, 6 de junio de 2013

Dad & Mom's Camp



Como madre de un niño de tres años y otro de uno quisiera hacer algo diferente con ellos este verano. En muchos de los campamentos nuestros hijos están "todavía muy chiquitos", los horarios son complicados a sus rutinas, máxime si son lactados o si hacen siestas durante el día como los míos, así que se nos ocurrió hacer el Primer Dad & Mom's Camp en julio.

Luego de ver el siguiente post publicado por Primera Hora: Campamento de verano en casa: actividades para divertir a los nenes , comencé a diseñar un brossure con las imágenes de las actividades del campamento.  Será en nuestra casa, en nuestro horario y sin días en específico. Sin embargo, hay una lista de actividades bien pensadas y escogidas sobre las experiencias y el aprendizaje que deseamos para nuestros hijos este verano. Entre estas, que aprenda una canción, sembrar algo, crear algo, juegos con agua, lectura de cuentos, entre otros.

Al final, como en todo campamento, haremos un cierre en donde esperamos poder mostrar todo lo sucedido.

Únete conmigo a esta gran aventura. Sígueme en Pinterest donde publicaré algunas ideas.

Los dejo con otro blog con algunas ideas para niños y niñas de 1 a 3 años que me envió una mamá que también hará un campamento en su hogar. 




El primer añito de Fabián

Nos sorprendió con su llegada un 29 de mayo de 2012. Con una puntualidad sorprendente, nos permitió disfrutar la licencia de maternidad junto con las vacaciones de mi empleo.

Nueve meses de suspenso. Él, sin ningún esfuerzo de mi parte, crecía dentro de mi. Un ser todopoderoso creaba con cariño y cuidado su ser,  desde su corazón con todas sus cavidades hasta las uñitas de sus manos ¡ah! y mucho pelo. Su embrión vieron Sus ojos.

Un bebé alegre, cariñoso, oloroso, hermoso y muy listo.

Fabián Andrés te amamos y oramos cada día para que Dios nos permita construir (o reconstruir) el mundo en el que mereces vivir. Y que conozcas personalmente a quien en nueve meses te creó.

Feliz primer añito.


miércoles, 8 de mayo de 2013

Quiero vivir en un ascensor



Durante estos días hemos vuelto a visitar, después de cinco años, el Centro Cardiovascular para un cambio del marcapaso de mi papá. Gloria a Dios, todo salió bien. Vimos su mano de amor, provisión y fortaleza en todo el proceso. Visitar hospitales siempre me pone muy melancólica. Hay ciertos sonidos, olores y pisos que no me traen buenos recuerdos. Pero allí estábamos de nuevo.

Lugares como: el pasillo; donde canté un poco por el eco que hay (jeje), la cafetería; uno de esos pocos lugares donde se ven sonrisas, la farmacia; donde consigues de todo, sip de todo, y los ascensores... Sobre este último quiero reflexionar.

¿No se han dado cuenta que dentro del ascensor todos conversan, todos se saludan, todos te ceden el paso, te aguantan la puerta, te marcan el número, te despiden...? Es como un lugar mágico donde todos de repente, nos respetamos más, donde nos vemos como iguales... Son unos breves segundos de gran satisfacción, de chistes, de halagos, de piropos, de buenos deseos de salud... Ahí no gritamos, no nos maldecimos, no nos empujamos - aun si hubiera 'tapón' - , somos pacientes y sensibles. Un pequeño espacio limitado, que ojalá pudiera ser mas grande, para hacer reuniones familiares, reuniones de trabajo, negocios, cultos, mediaciones de conflicto, ¡que se yo!

Hace mucho no experimentaba tanta cordialidad...quisiera que todos vivamos en un ascensor.

Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía. Salmo 133:1

jueves, 31 de enero de 2013

Un gran desafío

Ha iniciado un nuevo año y con el, nuevos retos y desafíos. Un Puerto Rico que gime a una la necesidad de un mensaje esperanzador y transformador.

Interesantemente he sido encomendada a la supervisión y coordinación del Ministerio de Educación Cristiana y la iglesia de la niñez en donde me congrego. Después de varios años laborando en la obra del Señor, tengo que reconocer que nunca trabajé tan de cerca con los niños y niñas. Al menos, no más allá de obras de teatro, coreografías, manualidades etc. al ser recurso de campamentos y otros eventos especiales. Hoy, madre de dos niños pequeños, me hace mucho sentido el que Dios me haya escogido en este tiempo crucial.

Estoy orando, leyendo, preguntando y sé que Dios nos ayudará. Que privilegio tan grande el poder bendecir a la población mas sensible, recepitva y llena de energía: la niñez.

sábado, 20 de octubre de 2012

Dios me compró una pizza

Antes de criminalizar el título date la oportunidad de leer. En mi último post hablé sobre el proceso de compra de una casa en el que nos encontrábamos mi esposo y yo.

Ya un mes después de darse el milagro debo decir que sigo sorprendida de cómo se dió todo.

El banco no quería vendernos la casa... se pusieron muy estrictos (y absurdos) al final. Pero nuestra oración siempre fue que Jesús fuera nuestro abogado. Nuestros recursos se agotaron, la matemática ya estaba hecha y los resultados no nos favorecían. En resumen, no cumplíamos con los requisitos básicos para comprar. Pero fue en ese momento cuando ya no podíamos hacer nada que Dios hizo lo suyo, para él llevarse toda la gloria. Tal y como la historia de los panes y los peces, nuestros pocos panes y peces se multiplicaron en las manos de Jesús.

¡Compramos la casa, nos mudamos!

Como era obvio teníamos que hacerle arreglos a la casa...que por cierto les comparto que no tenía puertas, ventanas, inodoros etc. “¡Wao Ana! Que mala decisión" pensarás... Aveces hay que ver con los ojos de la fe. Tener fe y ver las cosas que no son como si fueran habla de tu confianza en Dios y no hay temor aunque parezca locura. Por eso, sin vergüenza, les comparto algunas fotos mientras se trabajaba.

La iglesia, amigos y la familia se han metido a trabajar y hemos avanzado mucho.

Pero, un día cuando (nuevamente) nos quedamos cortos económicamente y sin quejas ni sufrimiento estábamos limpiando y acomodando la mudanza, de pronto mi esposo encontró un sobre con nuestros nombres, al abrirlo eran $150.00. ¡Wao! un dinero que habíamos olvidado que lo teníamos guardado, apareció justo en el momento necesario.

Nuestro hijo de tres años al ver el dinero exclamó  "¡ Mamá, papá para comprar pizza!" .

Esa tarde comimos pizza...